otros se reirán, otros, directamente, pasarán a llamarme victimista... pero nada de eso.
No podéis ni imaginar todo lo que deseaba ponerme aquel vestido largo, aquel vestido que tantas ilusiones llevaba junto a él, tantas esperanzas, tantos deseos...
Pero claro, siempre tiene que haber alguien que se interponga entre mi felicidad y yo, en este caso: vosotras. Sí, las PUTAS de turno.
¿Tan difícil era dejarme en paz por una vez en toda vuestra vida?