lunes, 19 de marzo de 2012

Todo a su tiempo.

Coge el tren más cercano con la combinación más temprana hacia el pasado. ¿Ya? Bueno, ahora dime qué ves. 
—Me veo a mí con él de la mano, paseando por la Gran Vía. Es increíble...

—¿El qué? ¿El qué es increíble?

Mi sonrisa. Hace tiempo que no sonrío con tantas ganas como entonces.

—¿Algo más?

—Sí. Oh, espera, ya sé a dónde quieres llegar...

—Dime, ¿qué es lo otro que te ha llamado la atención?

—Que no me reconozco. Antes estaba bien con un sólo chico que me quisiera, mientras que ahora tengo a ciento y la madre detrás.

—Ahí le has dado. ¿De verdad crees que merece la pena abrirte de patas cada vez que viene un pivón a follar contigo? 

—¿Sabes lo que te digo? Que estoy harta de tus discursitos de madre enfurecida. Mis sonrisas no serán por amor, pero lo son por placer, ya que a estas edades quizás vale mucho más un buen polvo que un novio de unos cuantos meses. Tía, ¿a ti nunca te han dicho eso de "disfruta de tu juventud, que cuando te quieras dar cuenta, estarás rodeada de críos llorando sin parar y haciéndote la vida imposible"? A mí sí, y varias veces. ¿Y sabes qué? Que prefiero ver todo lo que hay ahí fuera antes que dar mi vida por sentado y convertirla en una perfecta (o quizás no tan perfecta) rutina. Que sí, que tengo que sentar la cabeza y tener un novio fijo y toda la pesca, pero todo a su tiempo, que todavía queda mucho por vivir.


No hay comentarios:

Publicar un comentario